Cada vez tenemos más presente la necesidad de reducir residuos y por ende minimizar el impacto humano en el planeta y, por ello, mentes creativas desarrollan o crean mejores ideas para cuidar todo lo que nos rodea, dentro de nuestros límites. Una de las maneras en la que podemos reducir el impacto medioambiental en el planeta, podemos hacerla desde casa y está relacionada con nuestra forma de alimentarnos. En este artículo nos centraremos en qué acciones relacionadas con el acto de cocinar pueden ser revisadas y mejoradas para una mayor consciencia sobre la sostenibilidad de la Tierra. Atender a todas esas pequeñas rutinas que tenemos en torno a nuestra forma de consumo es una buena manera de saber qué puntos podemos cambiar y mejorar.
¿Qué es el Zero waste kitchen o desperdicio cero en la cocina?
Reducir residuos, se trata de un formato de consumo que implica implementar un uso más sostenible de aquello que compramos, utilizamos y aprovechamos en nuestras prácticas culinarias. Está compuesto por algunas acciones, desde las más simples: reducir el número de ingredientes empleados en nuestras recetas o minimizar el consumo de energía, agua o material empleado para la elaboración de las mismas, hasta las más complejas como utilizar aquellos desperdicios o partes del alimento no comestibles en forma de compostaje (aunque esta última práctica es más bien empleada por industrias o instituciones alimentarias mayores que nuestra propia cocina).
¿Cómo lo ponemos en práctica en nuestro día a día?
Desde que estamos en el colegio hemos escuchado la “regla de las tres erres”: reducir, reciclar y reutilizar. Pues bien, esto es perfectamente aplicable en nuestra cocina, desde que hacemos la compra en el supermercado y todas las acciones que giran en torno a ello, hasta que consumimos nuestra receta en la comida, cena o ingesta correspondiente. En el caso del Zero Waste Kitchen podemos ampliar esta regla a las 5R: Refuse (rechazar), Reduce (reducir), Reuse (reutilizar), Recycle (reciclar), rot (reintegrar). A continuación veremos la puesta en práctica de estas 5R tan necesarias para el planeta.
Realización de una compra consciente
En primer lugar, en este estilo de cocina de aprovechamiento, debemos realizar una compra consciente de aquello que vayamos a consumir. Puede parecer bastante evidente, pero en ocasiones por esa falta de planificación o concienciación sobre la importancia de evitar todo lo posible el desperdicio alimentario, compramos de forma excesivamente aleatoria, aumentando la probabilidad de que muchos alimentos terminen caducándose (o perdiendo sus cualidades y propiedades óptimas) en nuestra despensa o nevera. Por ello es importante comprar cada semana aquello que se adecúe a las recetas que vayas a realizar y a aquellos alimentos que vayas a consumir. Siempre será mejor opción volver a comprar si es necesario antes que tirar alimentos.
En este sentido, también sería interesante cuidar el cómo compramos los alimentos. ¿Escogemos las opciones con menos plástico? ¿Llevamos nuestras bolsas reutilizables para guardar la compra? ¿Tenemos pequeñas bolsas de tela para comprar productos frescos como frutas, verduras y/o hortalizas? Al final pequeños gestos que convertimos en hábitos pueden ser e implicar grandes cambios en la cantidad de residuos que generamos individual y globalmente.
La planificación: menú saludable
Para ello, puede ser muy interesante realizar un menú semanal previamente. No tiene que ser muy concreto o perfecto, simplemente será tu guía para llevar a cabo una compra más consciente, eficiente, económica y organizada, además de saludable. Todo ello, también contribuirá indirectamente en invertir mejor la energía que empleamos en cocinar, pues probablemente gracias a esa planificación y compra eficiente, realizaremos recetas y/o prácticas culinarias que podamos consumir en más de una comida, reduciendo una gran cantidad de desecho y elementos como el agua, la electricidad etc. En esta línea o forma de cocinar y alimentarnos, se nos repite crear diferentes recetas con la preparación de muchos alimentos. Un ejemplo concreto de aprovechamiento y reutilización de alimentos sería el hecho de congelar el caldo resultante de hervir diversas verduras y/o hortalizas entre otros alimentos tremendamente nutritivos como carnes de calidad etc., hecho que nos permite sustituir el clásico caldo de verduras comprado, teniendo una opción muy nutritiva para complementar otras preparaciones y reduciendo la compra de un envase.
Alimentación a base de comida real. Cocina casera: saludable para ti y para el planeta
No hay mejor forma de alimentarse que a base de materias primas de calidad, pudiendo seguir un estilo de vida saludable e incluyendo nuestra ética en todo este proceso. No solo por una cuestión de bienestar físico y mental, si no también porque cuando cocinamos este tipo de alimentos, reducimos en un gran porcentaje de los diversos y numerosos residuos generados en la alimentación, en comparación con el consumo habitual de comida precocinada entre otras elaboraciones generalmente menos saludables y sostenibles.
Aprovechamiento de envases
En muchas ocasiones, compramos alimentos que vienen en pequeños tarros de cristal u otros materiales interesantes para guardar otros alimentos en nuestra cocina. No solo evitamos que esa compra se convierta en un residuo desde que gastamos el contenido del envase, si no que podemos evitar comprar otros envases para conservar alimentos como pastas, legumbres, cereales etc. Se trata de una forma sostenible, económica y creativa de guardar nuestros alimentos para que se conserven mucho mejor que en su propio envase de plástico.
Consumo local y de temporada
El consumo local y de temporada es otras de las mejores formas indirectas de reducir residuos y el desperdicio en nuestra cocina. A priori, es común no contemplar dicha relación. Sin embargo, cada vez tenemos más presente esta realidad: se trata de alimentos que requieren de una menor cantidad de materiales y productos en su crecimiento y desarrollo, al menos con respecto a los que podemos obtener de otros países o continentes. Además, fomentan aún más la práctica de una compra de residuo cero, pues se trata de alimentos generalmente no excesivamente envasados.
Reutilizar los restos: cáscaras, pieles y otros sobrantes no comestibles
Esta estrategia puede ser útil en aquellos casos en los que tenemos la oportunidad de tener cerca un huerto. Estos sobrantes pueden ser una fuente más de nutrientes y minerales para nuestra tierra, contribuyendo a no desechar ese residuo orgánico y consiguiendo ese verdadero residuo zero o zero waste (reducir residuos).
En definitiva, prestar atención a todas esas acciones que marcan la diferencia en el impacto que generamos como seres humanos en el bienestar del planeta, y sobre todo, convertirlas en hábito como acto de amor hacia nuestras convicciones y hacia la Tierra, es tan fundamental como saber qué alimentos nos sientan mejor y peor, así como aquellos que realmente nos aportan los nutrientes necesarios para estar saludables, con energía y vitalidad. Por supuesto, existen múltiples formas más de generar residuo cero que podemos desarrollar y crear en nuestra vida cotidiana. Encontrar y poner en práctica aquellas que se adapten más a nuestra persona contribuirá a garantizar esa adherencia tan necesaria para mantener hábitos a largo plazo y reducir residuos. Permitirnos probar diferentes métodos es lo mejor para encontrar los propios y sostenerlos en el tiempo. Como siempre recordamos, muchas pequeñas acciones pueden generar grandes cambios positivos en nuestro entorno.
BIBLIOGRAFÍA
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