En la sociedad actual, bastante influida por la incesante sobreinformación que nos rodea, pueden llegar a coexistir infinidad de términos dentro del ámbito de la alimentación saludable. Uno de los conceptos más controvertidos en los últimos meses, e incluso años, ha sido el de alimento inflamatorio, todo lo relacionado con la inflamación, los procesos fisiológicos y alimentos asociados a ella. Esta corriente analiza los posibles alimentos que teóricamente pueden desencadenar este tipo de reacciones en nuestro organismo, fomentando la aparición de numerosos dilemas y debates sobre si realmente estos pueden ser beneficiosos o perjudiciales para nuestra salud.
Ante este gran melón que hemos abierto, en el artículo de hoy profundizaremos sobre estas corrientes o tendencias de pensamiento en el ámbito de la salud y el bienestar. Como casi siempre suele ocurrir en el caso de la nutrición, la realidad puede ser mucho más compleja de lo que parece en un simple post o publicación de las redes sociales, por lo que seguidamente procederemos a matizar diferentes asuntos al respecto.
¿Qué se entiende por inflamación?
Se trata de una reacción de nuestro organismo ante un estímulo (acción, proceso, alimento etc.), más concretamente, se trata de una respuesta del sistema inmunológico a diferentes estímulos estresantes para él, como bien podrían ser una carga de trabajo muy elevada, una lesión, infección, irritación de alguna parte interna del organismo, una ingesta excesiva de alimentos poco nutritivos y un largo etc. Por tanto, se trata de una especie de mecanismo de protección del cuerpo humano que le permite ponerse en alerta y detectar que nuestro cuerpo está siendo amenazado por un estímulo de quizás deba ser cambiado lo antes posible, ya que un estado de inflamación continuo, durante un largo periodo de tiempo, lo que se entiende comúnmente como un estado de inflamación crónica puede contribuir a algunas alteraciones en el funcionamiento óptimo de nuestro organismo: diabetes tipo II, enfermedad cardiovascular, cáncer entre otras enfermedades crónicas.
¿Qué se entiende por alimentos inflamatorios? ¿Y antiinflamatorios?
El concepto de alimentos inflamatorios viene definido por el hecho de que el consumo de determinados alimentos pueden llegar a desencadenar dicha respuesta excesivamente inflamatoria en el organismo tras su consumo reiterado, contribuyendo al término que ya habíamos definido de inflamación crónica del cuerpo humano. No obstante, para que se desencadene dicha respuesta realmente, o mejor dicho, para evitarlo, ¿el consumo ideal en estos casos, existe? ¿Es igual en todos los organismos? ¿Es tan alarmante como solemos escuchar? Pues como siempre sería acertado contestar en nutrición, depende. Veamos a continuación ciertos aspectos que hay que tener en cuenta para aportar una respuesta más precisa.
¿Cuáles pueden ser los alimentos predominantemente proinflamatorios?
Los alimentos ultraprocesados, caracterizados principalmente por su elevado contenido en azúcares refinados, grasas poco interesantes a nivel nutricional, un alto aporte calórico y generalmente, un bajo contenido nutricional. Su consumo excesivo se ha visto relacionado con anomalías a largo plazo en el control glucémico, desencadenando a largo plazo problemas de salud como la diabetes, entre otras respuestas inflamatorias con numerosas consecuencias negativas. No obstante, no todos los alimentos ultraprocesados son iguales, ni contienen las mismas cantidades de ingredientes poco interesantes, por lo que para analizar su capacidad inflamatoria habría que analizar el conjunto de alimentos ingeridos por el individuo en cuestión.
Otro de los alimentos que están comúnmente extendidos como proinflamatorios serían el gluten y los lácteos. No obstante, a pesar de que en algunas personas que sí son sensibles al gluten o a los lácteos, pudiendo experimentar inflamación intestinal entre otro tipo de respuestas inflamatorias, no todas las personas sufren de este tipo de reacción del sistema inmunológico al consumirlos, solo aquellas que padezcan de alguna anomalía como las nombradas anteriormente, es decir, no son alimentos o componentes inflamatorios perse.
Por otro lado, hablando de alimentos que contribuyen, en una ingesta también equilibrada, a evitar la inflamación en nuestro organismo, al menos a partir de la alimentación serían algunos como: el boniato (gran fuente de fibra soluble y muy interesantes por sus numerosas vitaminas y minerales), los pescados azules (muy ricos en omega 3, gran conocido por su potencial antiinflamatorio), las setas o la avena (con betaglucanos, que estimulan el sistema inmune, además de una gran poder antioxidante, los espárragos (ricos en fibra y azufre, que es considerado como un hepatoprotector), el aguacate (fuente de omega 9 y numerosos antioxidantes), los frutos rojos (ricos en antioxidantes, vitaminas). Realmente podríamos incluir en este grupo a la gran mayor parte de alimentos presentes en la clásica dieta mediterránea, repleta de materias primas de calidad que en mayor o menor medida son de gran carácter antiinflamatorio, sobre todo por el poder preventivo de muchas enfermedades gracias a una gran número de sus componentes.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, para poder analizar la realidad del potencial inflamatorio de algunos alimentos, es necesario entender las propiedades de cada uno de ellos, así como los posibles efectos a largo plazo que pueden desencadenar en nuestro organismo, tanto aquellos que son perjudiciales como los que son beneficiosos. Este es un de los grandes ejemplos de la importancia de alimentarnos predominantemente mediante alimentos nutritivos y completo, ya no por una cuestión de seguir esa cultura de dieta que tan poco sostenible y realista es, si no por aportar a nuestro cuerpo todos los nutrientes que necesita para estar saludable y evitar en la medida posible aquellas respuestas del sistema inmune consideradas como inflamatorias, las cuales podrían desencadenar consecuencias aún peores. De esta manera, no pretendemos alarmar sobre este proceso fisiológico, simplemente dar la información necesaria para poder hacer elecciones desde la sabiduría y el conocimiento.
En resumen, hemos podido comprobar a través de medios digitales como las redes sociales que la alimentación inflamatoria, y por ende, la antiinflamatoria, ha logrado capturar la atención del público interesado por este mundo. Por este motivo es tan relevante hacer una revisión de aquella información que absorbemos, escoger varias fuentes y hacer lectura crítica de todas ellas, sobre todo atendiendo a todos los aspectos de nuestra vida, nuestra salud, nuestros hábitos y nuestra individualidad como tal, ya que si bien es cierto que algunos alimentos pueden contribuir a la inflamación cuando se consumen en exceso, la relación entre la alimentación y los efectos proinflamatorios es enormemente multifactorial y por tanto, compleja.
De esta forma, en lugar de situar el foco en la eliminación y/o restricción obsesiva de ciertos alimentos, lo más idóneo sería situarlo en todos esos alimentos que no incluimos tanto como quizás nuestro organismo necesita. Así pues, se garantiza un enfoque holístico de nuestra salud y bienestar, donde predominantemente incluyamos una buena variedad de alimentos naturales, integrales y nutritivos, haciendo una elección consciente de todo aquello que consumimos.
BIBLIOGRAFÍA
Unidad Académica de Salud y Bienestar. (2022). Alimentos proinflamatorios y aterogénesis. Universidad Católica de Cuenca. Jefferson Andrés Encalada Jaramillo. Disponible en: https://ucacue.edu.ec